Trece veces (Richard Feynman)

En cierta ocasión, un profesor de ciencias de un colegio universitario local vino a verme para pedirme que diera una charla en su centro. Aunque me ofreció cincuenta dólares, le dije que no tenía interés por el dinero.
– Es el colegio universitario municipal, ¿verdad?
– Sí.
Me acordé de la cantidad de papeleo en que normalmente me veo envuelto cada vez que he de tener tratos con la Administración, así que me reí y dije:
– Me encantaría dar la charla. No pongo más que una condición -hice un cálculo y añadí-: que no tenga que estampar mi firma más de trece veces, ¡incluido el endoso del cheque!
El otro se echó a reír también:
– ¡Trece veces! ¡No hay problema!

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