La primera página de «La Ilíada»

La Ilíada - Homero
La Ilíada – Homero

Diosa, canta del peleida Aquiles la cólera desastrosa que asoló con infinitos males a los griegos y sumió en la mansión de Edes a tantas fuertes almas de héroes que sirvieron de pasto a los perros y a todas las aves de rapiña. Y el designio de Zeus se cumplía así desde que una querella hubo de desunir al atreida rey de los hombres y al divino Aquiles.

¿Cuál de entre los dioses les lanzó a aquella distensión? El hijo de Zeus y de Leto. Irritado contra el rey, suscitó en el ejército una peste mortal, y a impulso suyo perecían los pueblos, porque el atreida había cubierto de oprobio a Crises el sacrificador.

Y éste acercóse a las naves ligeras de los acayos para redimir a su hija; y llevando con él el precio infinito del rescate, y mostrando en sus manos las bandas del arquero Apolo suspendidas del cetro de oro, conjuró a los acayos todos, y especialmente a ambos atreidas, príncipes de pueblos:
– Atreidas, y vosotros acayos de hermosas grebas: que los dioses que habitan las moradas olímpicas os permitan destruir la ciudad de Príamo y tornar con bien de ella; pero devolvedme a mi hija muy amada y admitid el precio de su rescate, si es que reverenciáis aún al hijo de Zeus, el arquero Apolo.

Y todos los aqueos indicaron con rumores propicios que deseaban se respetara al sacrificador y se recibiera el precio espléndido; pero aquello no satisfizo al alma del atreida Agamenon, que despidió a Crises humillantemente y le dijo esta palabra violenta:
– Guárdate, anciano, de que te encuentre nuevamente cerca de las naves abiertas, bien porque vuelvas o porque te restrases ahora, pues ni el centro ni las bandas del Dios te protegerán ya. No te entrego a tu hija. Le espera la vejez dentro de mis dominios, allá en Argos, lejos de su patria, tejiendo telas para mí y compartiendo mi lecho. Vete, pues, y no me irrites si aspiras a regresar salvo.

La Ilíada
Homero
Ediciones Fraile, S. A. 
ISBN: 84-85900-07-3
Depósito legal: M. 15709-1981

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