Parece que fue ayer cuando terminó la primavera y hablé sobre mis lecturas favoritas y, ¡pum!, ya ha pasado el verano y estamos ante una estación nueva.
Si bien me considero un lector voraz durante todo el año he de admitir que mi ritmo de lectura baja durante el verano. Será que me gusta leer cuando hace frío y el calor no me deja estar quieto con un libro. Sin embargo, durante mis lecturas de estos tres meses he disfrutado muchísimo con dos de ellas.
Me topé con El gran robo del tren en una tienda de segunda mano (una de mis principales vías de adquisición de libros) y me pareció curioso por la antigüedad de la portada, además de que no había leído nada del autor, pero lo que empezó siendo curiosidad acabó siendo uno de los libros más entretenidos que haya leído nunca.
Desde el primer capítulo, la obra del polifacético Michael Crichton (ganador de los premios Edgar, Oscar y Emmy) nos atrapa urdiendo los planes del robo perpetrado por el carismático Edward Pierce (de rojiza barba) y sus compañeros a través de sus capítulos, cuyos títulos ya te ha enganchado antes de entrar en ellos.
Además se trata de una obra perfecta para empaparte a fondo en la Inglaterra victoriana, lo cuál le da un extra muy interesante.
Este libro no es solo uno de mis favoritos del verano sino que ha entrado en ese selecto grupo de libros que releeré, sin ninguna duda. ¡Qué maravilla!
El Perfume se divide en tres partes y la primera parte es, simplemente, maravillosa: Un 10. La forma en que se van explicando las sensaciones de Grenouille a cada nuevo olor y cómo va descomponiendo cada fragancia en infinitos matices es sublime.
Poco a poco Süskind va consiguiendo que nos pongamos en la piel de este personaje acordándonos en ocasiones del Walden de Thoreau.
Y, si bien el libro baja un poco el ritmo (culpa de su fantástico arranque) la parte final es sorprendente y deja una pieza redonda. Un libro de esos que deja marca.
Ahora me encuentro inmerso (por primera vez) con Moby Dick por lo que cuando, en tres meses, haga bagaje de mis lecturas favoritas del otoño, seguramente me vea obligado a dedicar unas líneas a Herman Melville.
¡Os cuento en tres meses!