Ya se nos ha esfumado la primavera y tenemos el verano tocando a nuestra puerta pero antes de cambiar piscina por sofá como sitio habitual de lectura voy a hablar sobre mis tres lecturas favoritas de esta pasada primavera.
Es curiosa mi historia con esta obra porque lo leí en colegio y, hasta ahora, siempre he argumentado: ¿si nos mandan El camino en el colegio cómo nos van a inculcar la lectura desde pequeños?. Y no podía estar más equivocado porque me ha parecido un muy buen libro, leído ahora, pero es que además creo que está escrito en un tono perfecto para un niño por lo que me retracto de la opinión que tenía.
Si le decían: «Andrés, ¿pero no tienes bastante con diez hijos que aún buscas la compañía de los pájaros?», respondía: «Los pájaros no me dejan oír los chicos».
Y es que se trata de una novela sencilla pero muy bien contada (hablamos de Miguel Delibes…) y con un abanico de personajes excepcionalmente desarrollados que componen un relato muy divertido y de ágil lectura.
Las calles, la plaza y los edificios no hacían un pueblo, ni tan siquiera le daban fisionomía. A un pueblo lo hacían sus hombres y su historia.
Otro de los libros con los que he disfrutado enormemente ha sido este compendio entre temas que me interesan muchísimo: la Guerra Civil, la pintura en general y El museo del Prado en particular.
Cuanto más veo y más estudio los cuadros de Velázquez y al propio Velázquez, más cuenta me doy del profundo enigma que tengo ante mis ojos. De hecho, este enigma y la convicción de que nunca podré resolverlo es lo que hace apasionante mi trabajo y dignifica mi vida de humilde y fastidioso profesor.
Estos son los ingredientes de una historia apasionante en la que nos cruzamos, de la mano de un inglés, experto en arte, en la investigación sobre un posible y desconocido cuadro de Velázquez (probablemente mi pintor favorito), a penas unas semanas antes de la Guerra Civil Española con personajes tan trascendentales en aquellos momentos de tensión como José Antonio Primo de Rivera.
Al contemplarlo, Anthony recordaba las imágenes de Mussolini vistas en los noticiarios cinematográficos y se preguntaba cuánto había de imitación y cuánto de fingimiento en aquel despliegue.
Pero si solamente me pudiera quedar con un libro, este sería El hombre ilustrado del gran Ray Bradbury que poco a poco se está convirtiendo en mi autor favorito de ciencia ficción y ya es decir, teniendo competidores a la altura de Philip K. Dick, Arthur C Clarke o el propio Isaac Asimov.
– Quiero que me prometas algo.
– ¿Qué, papá?
– Nunca seas un hombre del espacio. Porque, cuando estás allá deseas estar aquí, y cuando estás aquí deseas estar allá.
[El hombre del cohete]
Se trata de una reunión de relatos a cual mejor puesto que a la finalización del libro (18 historias) intenté hacer un ranking de mis favoritos y fue imposible debido a que me entusiasmaron casi todos. ¡Qué maravilla de libro!
– Cuando algo termina, es como si nunca hubiese ocurrido. ¿Es ahora tu vida mejor que la mía? Eso cuenta ahora. ¿Es mejor? ¿Lo es?
– ¡Sí, es mejor!
– ¿Cómo?
– Me quedan mis pensamientos. ¡Recuerdo!
[Calidoscopio]
Ya estoy impaciente por ver cuáles serán mis favoritos del verano que empieza justo ya. ¡Os cuento en tres meses!